El gobierno estadounidense refuerce sus protocolos de seguridad.
Podría aumentar el riesgo percibido por la población.
México debe comprender que vivimos en un mundo interconectado
Rafael Michel.
19 de junio de 2025. Baja California. Mira (10:00hrs).- La frontera entre Tijuana y San Diego es una de las más activas del mundo en términos de flujo humano, comercial y cultural. En caso de escalada del conflicto entre Israel e Irán, es posible que el gobierno estadounidense refuerce sus protocolos de seguridad en puertos, aeropuertos y pasos fronterizos, afectando la movilidad entre ambas ciudades.
Además, al ser una región binacional con fuerte presencia diplomática, tecnológica y académica, un conflicto de este tipo podría aumentar el riesgo percibido por la población local, incrementando la vigilancia y modificando actividades de cooperación regional. En San Diego, sede de instalaciones militares clave, podría haber movilización de tropas o recursos estratégicos. Tijuana, por su parte, podría verse afectada en términos de logística comercial, turismo, y flujos migratorios si se intensifica la percepción de riesgo.
La inteligencia artificial, nos dice que el conflicto entre Israel e Irán, catalizado por los ataques a instalaciones nucleares y la eliminación de figuras científicas clave por parte de Israel, tiene profundas implicaciones globales que alcanzan a México, aunque sea de manera indirecta. El impacto económico, los riesgos a la seguridad, las presiones diplomáticas y los posibles efectos sociales exigen una postura cuidadosa y estratégica del gobierno mexicano.
Más allá de los titulares, México debe comprender que vivimos en un mundo interconectado, donde las guerras lejanas tienen efectos cercanos. Por ello, es indispensable fortalecer nuestras capacidades de análisis internacional, prever escenarios de crisis, diversificar nuestras relaciones exteriores y fomentar una cultura de paz y cooperación en el escenario mundial.
La intensificación del conflicto entre Israel e Irán, marcada recientemente por los ataques aéreos israelíes a instalaciones nucleares iraníes como Natanz y la eliminación de destacados científicos, ha generado preocupación internacional. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha justificado estas acciones como una medida preventiva contra la amenaza que representa un Irán nuclearizado. Mientras el conflicto parece lejano para México, sus implicaciones trascienden fronteras por su impacto en la economía mundial, la seguridad internacional y el equilibrio geopolítico. Este ensayo analiza en cinco apartados cómo este conflicto puede afectar directa e indirectamente a México. Uno de los canales más directos por los que México puede verse afectado por el conflicto es el económico, particularmente en el precio internacional del petróleo. Irán es un actor clave en el mercado energético mundial, y cualquier amenaza o interrupción en su producción o en el tránsito de crudo por el estrecho de Ormuz —por donde pasa el 20% del petróleo mundial— provoca volatilidad en los precios.
Los ataques israelíes a instalaciones nucleares iraníes aumentan la posibilidad de represalias por parte de Irán, como el bloqueo del estrecho o ataques a intereses petroleros en la región del Golfo Pérsico. Esto provoca un alza inmediata en los precios del petróleo, lo cual puede tener efectos mixtos para México: por un lado, se benefician las exportaciones de PEMEX; por otro, se encarecen los combustibles y la inflación se acentúa en el mercado interno, especialmente en alimentos y transporte. El conflicto Israel-Irán tiene el potencial de escalar y arrastrar a otras potencias regionales o incluso a actores globales como Estados Unidos, Rusia y China. En ese contexto, el Mar Rojo y el Canal de Suez —zonas estratégicas para el comercio internacional— podrían convertirse en escenarios de confrontación indirecta.
México, como economía globalmente integrada, depende de las importaciones y exportaciones que pasan por rutas marítimas internacionales. Un conflicto en Medio Oriente puede afectar la seguridad marítima y encarecer el transporte de mercancías, ya sea por desvíos de rutas, primas de riesgo o escasez de productos. Esto afecta sectores clave del comercio exterior mexicano, incluyendo electrónicos, maquinaria, alimentos procesados y materias primas.
Los ataques israelíes a científicos nucleares y plantas iraníes podrían ser interpretados como actos de guerra y provocar represalias no solo convencionales, sino también asimétricas, incluyendo el uso del terrorismo internacional como instrumento político y militar. Irán y sus aliados, como Hezbollah, han demostrado tener presencia global, incluso en América Latina.
Aunque México no ha sido blanco directo de grupos terroristas, la cercanía con Estados Unidos y la creciente presencia de actores internacionales en territorio mexicano lo convierten en un país que debe fortalecer su vigilancia. La posibilidad de que células extremistas utilicen América Latina como punto de tránsito o reposicionamiento no puede descartarse.
México, históricamente, ha seguido una política exterior de no intervención y neutralidad, basada en el principio de autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, el avance del conflicto en Medio Oriente puede empujar a México a pronunciarse o tomar posiciones más claras en organismos internacionales como la ONU.
La política exterior mexicana enfrenta el dilema de condenar acciones militares que violen la soberanía nacional sin alinearse abiertamente con regímenes autoritarios o programas nucleares con fines bélicos. Esta ambivalencia puede afectar las relaciones diplomáticas tanto con Estados Unidos (principal aliado de Israel) como con otras potencias emergentes, como Rusia o China, que suelen apoyar a Irán.
Otra consecuencia del conflicto que podría llegar a México es el incremento de flujos migratorios provenientes de zonas afectadas por la guerra. México podría verse presionado a aceptar refugiados por razones humanitarias o a participar en misiones de paz, lo cual requeriría recursos, infraestructura y coordinación institucional.
En el plano interno, los conflictos internacionales suelen reflejarse en posturas ideológicas radicales entre sectores de la sociedad. La presencia de comunidades religiosas, intelectuales y activistas pro-Israel o pro-Palestina podría generar manifestaciones o tensiones políticas. La prensa y la opinión pública también juegan un papel clave en la forma en que se percibe el conflicto.
El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, expresó el domingo que Israel había "cruzado una nueva línea roja del derecho internacional" al atacar las instalaciones nucleares y que Irán estaba lanzando misiles y drones contra Israel como represalia.
Netanyahu señaló que Israel "golpeó el corazón del programa de armamento nuclear de Irán" cuando atacó Natanz y que los científicos nucleares que mató estaban "trabajando en una bomba iraní".
El ejército israelí aseguró que en meses recientes había recopilado inteligencia que mostraba el "progreso concreto" que se había logrado "en los esfuerzos del régimen iraní para producir componentes de armas adaptados a una bomba nuclear", incluyendo un núcleo metálico de uranio con una fuente iniciadora de neutrones para detonar una explosión nuclear".
Sin embargo, Kelsey Davenport, directora de política de no proliferación de la Asociación de Control de Armas -una organización no partidista en EE.UU.- le dijo a la BBC que el primer ministro de Israel "no presentó ninguna evidencia clara o convincente de que Irán estuviera a punto de lograr un arma nuclear".
"Durante meses, la posibilidad de éxito de Irán ha sido cercana a cero", le dijo a la BBC, refiriéndose al tiempo que le tomaría a Teherán adquirir suficiente material para una bomba. "Igualmente, el cálculo de que Irán podría desarrollar un arma nuclear cruda en unos meses no es nuevo". Dijo que algunas de las actividades nucleares de Irán podrían aplicarse al desarrollo de una bomba, pero que las agencias de inteligencia de EE.UU. habían concluido que el país no estaba involucrado en trabajos clave de fabricación de armas nucleares.
El pasado marzo, la directora de Inteligencia Nacional de EE.UU., Tulsi Gabbard, declaró ante el Congreso de su país que las reservas de uranio enriquecido de Irán estaban "a su nivel más alto" y "sin precedentes para un Estado sin armas nucleares".
Pero Gabbard también dijo que la comunidad de inteligencia de EE.UU. "continúa considerando que Irán no está construyendo un arma nuclear y que el líder supremo [ayatolá Alí] Jamenei no ha autorizado el programa de armas nucleares que suspendió en 2003".
La BBC news mundo, publió que no es algo que Israel haya reconocido públicamente.
La semana pasada, argumentando que Irán estaba "cerca de obtener un arma nuclear", Israel lanzó una ofensiva contra ese país. Irán contraatacó con misiles balísticos y ambos países están inmersos en una escalada del conflicto.
Irán tiene uranio enriquecido al 60% de pureza, según dijo en marzo el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), pero, como explica Bohigas, "para construir una bomba nuclear tiene que estar enriquecido por encima de un 90%".
Además, Israel nunca firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), como sí lo hicieron otros países como el propio Irán, Estados Unidos o Rusia. Esto implica que no se somete, como el resto de firmantes, a inspecciones periódicas de sus posibles instalaciones nucleares.
Sí es miembro en cambio del OIEA, pero en este caso no es obligatorio ningún tipo de inspección.
Debido a esto, lo que se conoce del programa nuclear de Israel es por filtraciones, por informes de los departamentos de Defensa y de Energía de Estados Unidos y por estudios aproximados de las agencias internacionales que monitorean el tema nuclear.
También por una única fuente más directa: el ingeniero nuclear israelí Mordechai Vanunu, que trabajó en una planta nuclear israelí y que, tras ser despedido, habló con The Sunday Times en 1986.Entonces le contó al mundo que Israel tenía un programa nuclear en marcha. Esto le valió años de cárcel.
La política oficial de Israel sobre la posesión de armamento nuclear se conoce bajo el nombre de amimut, es decir, "ambigüedad deliberada", ya que, como decimos, no ha confirmado ni desmentido la posesión de armas nucleares de ningún tipo.
"Podría decirse que esta conducta [la del amimut] es la contribución más distintiva de Israel a la era nuclear", detalló Avner Cohen, profesor de Estudios sobre No Proliferación, experto en el tema nuclear israelí, en un informe para la Cámara de los Lores de Reino Unido.
Y no es es una política nueva.
Shimon Peres, quien fue primer ministro y presidente de Israel, habló en su autobiografía sobre esto.
"Aprendimos que la ambigüedad tiene un poder tremendo (…) La duda fue un poderoso factor disuasorio para quienes deseaban un segundo Holocausto".
Esta política de "opacidad nuclear es el mayor logro estratégico y diplomático del Estado", señaló Cohen.
Con la aquiescencia del entorno internacional, le permite "lo mejor de los dos mundos", detalla el experto.
"Israel es opaco por voluntad propia y ya. No hay más. Nunca ha formado parte del TNP y, por tanto, no está obligado a inspecciones periódicas", le explica Bohigas a BBC Mundo.
Si bien en todas las cuestiones militares "no son transparentes ni Israel ni la mayoría de los países, Israel, en este caso, en el tema nuclear, lo es aún menos", matiza Bohigas.
"De esta forma le parece que protege sus intereses, lo que pasa es que sabemos que tiene un programa nuclear y sabemos que tenía una serie de bombas y sabemos que las puede utilizar", relata el doctor en Física.
"Por tanto, esta opacidad se ha roto simplemente por la información externa, no porque Israel haya querido declarar o no declarar sus intenciones".
Cohen explicó en su informe que esta ambigüedad le permite a Israel "defenderse de amenazas existenciales, así como de la reputación política asociada a las armas nucleares" y, por otro lado, "no paga prácticamente ningún precio —político, diplomático o incluso moral— por la posesión nuclear".
Y la historia continúa...
