26 de junio de 2025.- (The New York times) Aviones privados sobrevolaban el archipiélago de Venecia y superyates imponentes surcaban las aguas de la laguna de la ciudad. Mientras los servicios de cáterin horneaban delicias venecianas mantequillosas, los manifestantes hacían planes. Perros detectores de bombas merodeaban por la isla verde de San Giorgio Maggiore, frente al palacio Ducal.
Venecia, la ciudad construida por mercaderes y comerciantes, se preparaba esta semana para las nupcias del dux del comercio de la era digital.
Jeff Bezos, el empresario tecnológico multimillonario y propietario de un periódico convertido en una un musculoso protagonista habitual en los tabloides y en la alta sociedad, se disponía a celebrar su boda con la enérgica presentadora de televisión Lauren Sánchez en una ciudad que hace siglos marcó la pauta de la ostentación suntuosa y llamativa.
A partir del jueves, y durante tres días, las antiguas casas pintadas al fresco de los banqueros y comerciantes que hicieron rica a Venecia, ahora sin sus residentes y rebosantes de orquídeas perfumadas, estaban listas para abrir sus puertas a influentes de redes sociales, raperos, estrellas del pop e Ivanka Trump, todos ellos entre los invitados esperados.
San Giorgio, donde alguna vez emperadores se reunieron con papas, recibiría al patrono de Amazon.com.
Las autoridades venecianas estaban orgullosas, felices por el dinero y el prestigio que vienen con el evento, y recibieron la boda, que se esperaba que se extendiera por varias de las islas de la ciudad, como una confirmación del estatus de Venecia como maravilla mundial.
Sin embargo, para muchas de las personas que han tomado la poco común decisión de permanecer en una ciudad poco práctica y casi inhabitable por el turismo en la era de easyJet, el evento ha sido el clímax de la traición de la ciudad, una muestra en dimensión estadounidense de sus contradicciones. Fue la capitulación de la identidad de Venecia, dijeron, reducida a un telón de fondo lujoso para las fotos familiares de la nueva oligarquía mundial.
Los grupos comunitarios de tendencia izquierdista de Venecia, pequeños pero populares entre sus escasos pero decididos residentes, amenazaron con obstruir la boda.
Los manifestantes, que han adoptado el lema “No hay espacio para Bezos”, parecen haber conseguido ya algunos de sus objetivos. La fiesta prevista en la Scuola Grande della Misericordia, que los manifestantes pretendían bloquear, se trasladó a otro lugar. La reservación para que el superyate de Bezos atracara en Venecia fue cancelada.
El lunes, el grupo británico antibillonarios Everyone Hates Elon (Todos odian a Elon), junto con Greenpeace Italia, colocaron una pancarta gigante de protesta en la plaza de San Marcos. “Si puedes alquilar Venecia para tu boda, puedes pagar más impuestos”, se leía acompañada de una imagen del multimillonario riendo.