Gerardo Fernández Noroña lejos de procesar juiciosamente los negativos por su paso en la presidencia del Senado, se confirma que perdió piso: vuela en aviones privados nuestro adalid de la austeridad.
Hay un “ellos” que sí extraña al que se fue. Ido aquel, no encuentran su espacio, su lugar, su encargo.
Cuando él estaba, ellos se sabían a buen resguardo.
‘Magínense, si no’, que uno de ellos puso a un presunto criminal como titular de Seguridad Pública, lo heredó a su sucesor en Tabasco, que todo mundo sabe que es su dedo chiquito, y nunca hizo nada para quitarlo.
Otro siempre se sintió menospreciado. Y, sin ocultar el despecho porque en seis años nunca fue convidado a los tamales de Palacio, actuó como quien se sabe tolerado, pase lo que pase.
Finalmente, hay otros en ese club de nostálgicos de quien hace 12 meses se encerró en Palenque: sus tres hijos mayores, sin duda; sus compinches del Verde. Opino que Ricardo Monreal se cuece aparte, tan astuto como enredado en sus alianzas; lo mismo Marcelo Ebrard.
Los senadores Adán Augusto López y Gerardo Fernández Noroña, entre otros, extrañan el orden ido en octubre de 2024. Un año después no saben a qué atenerse con Palacio. Quizá la pregunta correcta es: ¿por qué no han entendido que la presidenta no es el expresidente?
Una explicación de ese extravío puede buscarse en eso que en inglés se llama free rider. Nunca ganaron más que cuando hicieron menos: en la campaña, la candidata Claudia Sheinbaum se la rifó, mientras los aludidos ya tenían cargo.
Con sobrevivir la elección, una parte de los extraviados ganaban escaño o curul. Sin sudar, sus nombres ya estaban en el Congreso. La otra parte del club actuó como quien cree que, por puro linaje, la sombra del padre ausente era coraza impenetrable.
Ahora sabemos que Noroña sigue negado a entender que sus escándalos tienen costos para su persona (cosa que quizá no le importe) y para el movimiento. Lejos de procesar juiciosamente los negativos por su paso en la presidencia del Senado, se confirma que perdió piso: vuela en aviones privados nuestro adalid de la austeridad.
Y de Adán Augusto, no hay semana en que no se enrede su capacidad de liderar obradoristas. La jugarreta del retroactivo al amparo lo deja mal parado en medio de publicaciones que revelan oscuras ramificaciones de La Barredora, esa mafia que él dice no haber notado.
En los 12 meses que lleva en el cargo, la presidenta ha acrecentado su imagen. Nadie puede decir que no ha tomado riesgos o que ha rehuido asuntos para no exponerse. Ella no saldría indemne si tienen que venir a rescatarla. Es un lujo que ni se puede ni se va a dar.
Los otros, conspicuos (y no tanto) compañeros del movimiento, no han pasado página. Sea por rebeldía (consciente o inconsciente) ante el nuevo liderazgo, sea porque se quedaron acostumbrados a que AMLO se comía por ellos todas las dagas, su comportamiento los delata.
Si se taparan (como en los toros, cuando sólo luce la persona que se expone a las cornadas), a la postre no les iría mal.
Si entendieran que también a ellos les aplica eso que Sheinbaum le dice a Saúl Monreal: Esperen, son seis años. Claudia está pidiendo que no le minen el terreno, que se comporten, porque si ellos no se cuidan, ella, encargada de vigilar por lo más, no podrá salvarlos de sí mismos.
Por eso extrañan a YSQ. Porque siempre les toleró sus devaneos a cambio de lo que iba a conseguir –una oportunidad para su ideario–; ella cuidará que ésta no se pierda por aviones privados, herencias súbitas o flashazos de nuevo rico. Ella no es él, y el momento es otro.
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